Detenemos su sufrimiento en cómodas cuotas
¿Es la fe algo tangible? Busqué la respuesta en varias fuentes, y resulté sorprendido. Según el diccionario, la definición se cruza entre “creencias en algo sin necesidad de que haya sido confirmado por la experiencia, razón o ciencia”, “promesa”, “confianza de éxito” o “aseveración de que algo es cierto”. Se sabe, de hecho, que cada una de estas explicaciones corresponden tal vez a diferentes “Estados de Fe”, jerarquías de la misma. Pero lo real es que la Fe es vista, ya sea por un culto, como por gran parte de personas laicas, como algo intrínsecamente abstracto.
Esta suerte de convención implícita, la que nos aleja de intentar tocar la Fe, oírla, degustarla, alcanzarla siquiera con nuestros brazos, se ha visto amenazada por un grupo muy peculiar de gente que dice acercarse a la fe por medio de sus bolsillos.
A mediados de los años 70, en un barrio pobre de Río de Janeiro, el ex cristiano y ex “afiliado” al pentecostalismo, Edir Macedo abrió un pequeño local con el slogan “Pare de sufrir”. Aquejado por haber abandonado su puesto de cajero de la lotería nacional Brasileña, apenas podía sostenerse a si mismo, que decir entonces, de sostener un culto. Pero la fe, justamente, prevaleció. Una de sus tantas feligresas vendió un terreno y le donó el dinero, tal vez en un intento de ensanchar la autopista que la llevaría al cielo. Seguramente fue en aquel momento el quiebre, cuando la Iglesia Universal del Reino de Dios comenzó a amasar fortuna.
Bajo el ignominioso precepto de "El dinero es para la iglesia lo mismo que la sangre es para el cuerpo físico", el obispo Macedo formuló la hipótesis más acertada desde “La teoría Evolucionista” de Darwin. ¿Hay acaso algo mas terrenal que el dinero? Para las demás religiones se precisan prácticas que van a destiempo con el mundo actual. ¿Quién quiere en realidad rezar 20 Ave Marías y 10 Padres Nuestros para alcanzar la plena espiritualidad? ¿Es acaso factible, con la rapidez con que transcurren los hechos en la actualidad, que alguien se interne durante años en un templo budista en busca de “Nirvana”? O peor, ¿es muy probable que alguien se interne en la selva, leyendo una y otra vez la Biblia y que por alimentarse únicamente de hierbas encuentre perfecta comunión con Jah Rastafara?
Siguiendo el formidable objetivo de aggiornar las religiones, el Obispo Macedo determinó que no hay nada mejor que pagar por la elevación. Nuestro espíritu no tiene tiempo ni ganas de hacer payasadas, ni orar, ni meditar, ni nada. Nuestro espíritu pertenece a la generación de MTV y hornos microondas, quiere todo ya. Macedo, entonces no hace otra cosa sino rematar esperanza al mejor postor. Eso es una religión concordante con nuestro mundo. ¿Que mejor deidad que algo que tenemos todos, por lo que todos luchamos a fin de mes? Y que mejor, además, que poder tocarla, olerla, saborearla si se quiere. La gente esta desesperada por respuestas, necesita esperanza, por lo que prefiere que los engañen con promesas a cambio del ente más terrenal que existe: el dinero.
El resto es historia. Si alguna vez nos hemos quedado en la trasnoche mirando la caja boba, conocemos a la perfección ese acento tan particular, ese portuñol tan simpático que nos llama, casi asemejándose a un presentador de feria cualquiera:
“Vocé necesita para sua vida, llamar a nuestras líneas y pedir el Aceite Bendito Ungido, y el agua de ao Río Jordán”
Porque todos lo sabemos, y es palabra de Dios, “traed los diezmos. Cuando usted da su diezmo, Dios abre las ventanas del cielo y derrama bendiciones”
Te alabamos, Wall Street.