viernes, noviembre 14, 2008



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viernes, noviembre 07, 2008

Exceso de comunicación V
Recién charlaba con mi señora madre y le mostraba una noticia sobre Paul McArtney.
Entramos a investigar sentados en nuestros respectivos lugares, con un vaso de cerveza cada uno, mirando por internet.
Entonces dijimos: ¿cuando lo mataron a John?
1980
—El que lo mató es tocayo mío
—Jaja, ¿cómo se llamaba? (tomamos cerveza, no lo olviden)
—Mark Chapman, chapita del todo
—Un fanático
Entonces, la revelación: ¿qué mejor recuerdo de tu artista adorado sino haber sido quien lo asesinó?
Qué macabro lo mio...

lunes, noviembre 03, 2008

De golpe
(A los lentes de Gaby. Sean felices, donde sea que estén)

—che, la otra vuelta estaba dando vueltas por Internet y me fijé, te juro, no lo podía creer, lo que me cagué de risa con los chistes que subió Mario…
—posta, es increíble.
— ¿sabes que? Tu viejo debe tener mi edad…
—en una de esas más…
—vos no eras de esa época
—rrrroooooouuuuu iiiiiiiiiiihhhhhhh. (Crash)

(black out)

Ebrios ojos blancos se acercan a mí inevitablemente, mientras rugen y rechinan para intentar detenerse. Un caballo nunca lo hubiera podido hacer mejor. No andan tan rápido. Las antípodas del tiempo se hacen notorias, mientras mi cabeza repite el estallido que aparentó durar menos de lo que en realidad iba a durar. “Este nos colocó”, dije aplicando un tiempo incorrecto en una frase que nadie pudo escuchar. Porque no la dije. Y, en efecto, nos colocó.

“Te quedás ahí, hijo de puta” decía la rubia sacada. Carajo, pensar que el que giraba el volante ajeno manoteaba las mismas mancuernas que yo en el gimnasio. Manos imprudentes, garganta profunda y ardiente, licencia de conductor, cabeza de tarro. ¿Acá me lo tenía que cruzar? ¿Así? Esta ciudad es un pañuelo con calles angostas y cortas en las que no se ve un choto.

Gimnasio… Mmm ¿los griegos habrán tenido choques? ¿tendrían calzas abajo de las togas? ¿filosofarían acerca del posterior uso de las calzas, devenidas en chupines? No, no.  Concentrate, tarado, les estás contando.

Los culos de botella del que la iba a pasar peor se habían marchado asustados por el golpe, echados en el ínterin sordo de mi mandíbula en contra de la cabeza de mi novia. Ya me estaba sobando y pensaba: “capaz que la pasaba mejor quedándome en casa haciendo la monografía”. Pero tenía un compromiso, tenía un deber, tenía hambre. Fuí a lo de Mario. Y no terminé de volver.

Me dijeron: “rebotamos contra el cordón, y terminamos como a tres metros” ¿De donde? Era la pregunta más sensata que se me ocurría. La cabeza de cerveza y vino frío se me evaporó, así, tipo, de golpe. El pedo se me había pasado de repente, tan de repente como cuando me llevaron hielo. Y era casi una paradoja, había bebido caliente toda la noche, y todo lo que tenía que hacer para conseguir un poco hielo era estar en un choque automovilístico.

“El seguro no los va a cubrir si eran seis. Y vos nena, revisate eso, mirá que después de 2 días recién se puede ver la concusión”. Pendejos de jardín parecían con sus uniformes de marineritos coloreados. Inservibles. Trabajadores de la provincia, parásitos estatales. Canas.

Se me confundían las dosis de saliva con las recomendaciones del de la ambulancia: "nada de aspirina" decía. Aja... ibuprofeno o paracetamol. Buscapina, Valium, Prozac, Termidor. Se me mezclaban todos. Y mientras pensaba: "si el blog no revive con esto, me subo a otro auto y me pego otra piña a ver que onda"

Ahora la imagen de esos ojos amenazantes que se me acercan me persigue todas las noches desde esa noche de fiebre (porque fue el sábado, por la noche). Me zumban, me gruñen, rechinan y me golpean. Hasta que me despierto (generalmente con sed) y caigo en la realidad. No nos morimos pero pudiéramos habernos muerto. Mierda, si me hubiera muerto no tendría que presentar la monografía.
Que lindo es vivir.