Retenciones: informe definitivo
Viéndose al parecer conclusa una etapa del conflicto y muy a pesar de haber hecho ya un informe bastante ladrilístico del tema (por la longitud, claro), sentía la necesidad de plasmar las aparentes definiciones y los puntos importantes que dejó en materia política y económica esta problemática.
Posición del autor
En primera instancia, debo hacer una distinción que tal vez no es tan clara para el grueso de la gente que tomó partido (directa o indirectamente) en la pugna gobierno/sector agroganadero.
Jamás, por convicción propia, puedo llegar a estar de acuerdo con los designios de una institución cuyas interevenciones en la política y la economía argentina fueron devastadoras desde casi todo punto de vista, respondiendo unicamente a sus intereses sectoriales. Estoy hablando claro, de la Sociedad Rural Argentina, que movilizada por su afán de lucro intervino gobiernos para que respondieran ante ella.
De ninguna manera, por no acompañar el reclamo del campo, al menos en su génesis clasista e interventora, voy a volcarme hacia una política gubernamental que utiliza una herramienta como los impuestos con el fin hacer caja, dejando de lado aspectos importantes que harían a la redistribución, como un plan de desarrollo agrario, o la definición de una verdadera ley que contemple todos los aspectos de la coparticipación de las provincias.
La polarización que promovió el movimiento y el conflicto todo, al menos en un principio, hacía casi determinante establecerse de un bando, con lo cual cabe alcarar que nunca fui oficialista, pero que menos que menos me voy a subyugar a los requerimientos corporativos de un sector empresario.
Une y trinfarás
Una característica no menor del conflicto radicaba en la unificación de reclamo, y aparentemente de criterio, de entidades algunas radicalmente diferentes en el aspecto ideológico y, en consecuencia político y conómico. La Sociedad Rural nucleó desde siempre a los grandes propietarios de tierras, que movian mucha plata con sus negocios y que por ende, tenian una afinidad más clasista que otra cosa. La federación Agraria, por su parte, siempre estuvo en contra de las determinaciones de la anterior entidad, y siempre estuvo ligada a los reclamos de derechos de los trabajadores asalariados y pequeños productores. La CRA (Confederaciones Rurales Argentinas) siempre tuvo una posición semejante a su entidad madre (SRA), dejando a los Cooperativistas (ConInAgro) con el protagonismo con el cual se los vió durante los 120 días del conflicto: nulo.
La heterogeneidad de pensamiento y posiciones ante un problema común, antes de algo positivo, tiende a confundir los panoramas, unificando pautas y métodos de protesta, y habiéndose llegado a una determinación, dividiéndose de nuevo los criterios.
No oigo, no oigo, soy de palo
La actitud del gobierno durante la puja dejó mucho que desear. En la primera parte del gobierno (Néstor Kirchner), hubo sucesivos conflictos. Algunos con la Iglesia, con los supermercadistas y demás, pero a diferencia de aquella primera instancia, y tal vez por sentirse con cierta impunidad por su cargo "no polítco", el ariete del gobierno ahora estaba personificado justamente en Kirchner, y no en la figura presidencial de Cristina Fernández. Reacios al diálogo y con discursos muy poco conciliadores, lo unico que provocaban era avivar el choque.
La demonización del sector (convecionalmente denominado "Campo"), aunado y generalizado por la creación de la Mesa de Enlace, favorecía a la ya complicada situación del "todo o nada".
Hablar de golpismo, por otra parte fue a mi entender uno de los errores políticos más grandes que cometió el Kirchnerismo. Si bien había sectores (hay) que intitucionalmente apoyaron épocas de plomo, lo único que esta generalización hacía era unir más a las partes contrapuestas históricamente y debilitar más la figura gubernamental.
Valiéndose del fatalismo, de estar en alerta constante y siempre predicar la cercanía de un golpe institucional, la figura que se demostraba era la de un consorcio unificado y pasivo en contra de un gobierno paranoico y constantemente atacando.
Y por último, rebajarse rastreramente a proponer la simultaneidad de los actos no es ni siquiera digno de un gobierno Chavista. Ya trascendería a simples negros catingas pata sucias que intentan ponerse a la altura de la contraparte, y que en realidad terminan bajando aún mas.
Los medios
Aspecto para analizar de manera exhaustiva en la problemática. De nada valdría devolvernos a la vieja polémica de si los medios son simplemente mediadores o en realidad auténticos actores políticos. Lo segundo es la posta, y en este caso no fue la excepción, los medios tomaron claro partido.
Salvo contados vestigios de autenticismo y compromiso en el discurso, la mayor parte del aporte mediático, sin contar la obviedad de los medios que responden y siempre respondieron a los intereses sectoriales de la oligarquía, fue totalmente permisivo y cómplice en la desinformación.
La caracterización del que cortaba rutas como "el buenazo que ceba mate y hace asado" y no como alguien que en ultima instancia infringía la ley, daba sobrada cuenta de la complicidad mediática que había en la cobertura del conflicto.
La definición
"Al ángulo" supo sentenciar uno de los principales actores del agro. La sancion con fuerza de ley del proyecto que suscitó toda la problemática se vio truncada por la oposición, unida en contra del gobierno esgrimiendo la bandera de la redistribución y del apoyo al sector "que levantó al país".
En primera instancia, y si bien a lo mejor el proyecto era inviable desde el punto de vista económico y dejaba un montón de aspectos fuera de discusión, lo cierto es que el plan fue desaprobado con todas las de la ley, con el pleno ejercicio de la democracia y el republicanismo. Queda muy proselitista y careta la ultima frase, ya se, pero es lo que sale.
Esta definición trajo aparejados un interrogante y la resolución de una verdad oculta. El interrogante es claro, el gobierno estaba herido en su verticalismo peronista y en su gobernabilidad (dos mersadas grandes como los barazos de Perón), por ende ¿qué haría ahora?
Se escucharon muchos trascendidos de supuestas charlas entre el binomio K, que vaticinaban una retirada súbita del poder, dejando una acefalía que devendría en crisis y de la cual es mejor ni tener ni fantasías. Una actitud irresponsable y tarada, que nos demostraría que como argentinos no hemos crecido una mierda en materia político-institucional.
La verdad oculta era simple, mas todavía que la revelación anterior. El esquema político supuestamente conciliador que se había fraguado con el nombre de "Concertación Plural" se cayó por su propio peso, con la evidencia de los hechos. Hablo de Cobos, obvio. Sería imposible pretender que un gobierno auténticamente Peronista (si es que tal cosa existe y si tal cosa es factible hoy) permita a un vicepresidente disentir en la opinión. Mucho menos permitirle votar en contra de un proyecto oficial, logicamente. Pero supuestamente hacer del rejunte una sociedad política era lo que habían pretendido los K, por ende, lo que profesaban era justamente la misma amplitud de criterio que provocó la masacre de Ezeiza (sin ánimos de gastar), y al final les salió, no como pretendían, sino como era muy probable.
¿Y en qué quedamos?
En resumen, luego de 4 meses de enfrentamiento, el saldo fue la unión circunstancial de entidades empresarias diferentes; el debilitamiento sistemático de la figura presidencial, parte por malos asesoramientos, parte por incorrectas prácticas discursivas; la supuesta inviabilidad económica de un proyecto que se tornó impopular gracias en gran parte a la acción mediática, y por último un debate nuevamente no abierto: la redistribución de la riqueza, para que de una vez por todas, todos puedan vivir dignamente.
Viéndose al parecer conclusa una etapa del conflicto y muy a pesar de haber hecho ya un informe bastante ladrilístico del tema (por la longitud, claro), sentía la necesidad de plasmar las aparentes definiciones y los puntos importantes que dejó en materia política y económica esta problemática.
Posición del autor
En primera instancia, debo hacer una distinción que tal vez no es tan clara para el grueso de la gente que tomó partido (directa o indirectamente) en la pugna gobierno/sector agroganadero.
Jamás, por convicción propia, puedo llegar a estar de acuerdo con los designios de una institución cuyas interevenciones en la política y la economía argentina fueron devastadoras desde casi todo punto de vista, respondiendo unicamente a sus intereses sectoriales. Estoy hablando claro, de la Sociedad Rural Argentina, que movilizada por su afán de lucro intervino gobiernos para que respondieran ante ella.
De ninguna manera, por no acompañar el reclamo del campo, al menos en su génesis clasista e interventora, voy a volcarme hacia una política gubernamental que utiliza una herramienta como los impuestos con el fin hacer caja, dejando de lado aspectos importantes que harían a la redistribución, como un plan de desarrollo agrario, o la definición de una verdadera ley que contemple todos los aspectos de la coparticipación de las provincias.
La polarización que promovió el movimiento y el conflicto todo, al menos en un principio, hacía casi determinante establecerse de un bando, con lo cual cabe alcarar que nunca fui oficialista, pero que menos que menos me voy a subyugar a los requerimientos corporativos de un sector empresario.
Une y trinfarás
Una característica no menor del conflicto radicaba en la unificación de reclamo, y aparentemente de criterio, de entidades algunas radicalmente diferentes en el aspecto ideológico y, en consecuencia político y conómico. La Sociedad Rural nucleó desde siempre a los grandes propietarios de tierras, que movian mucha plata con sus negocios y que por ende, tenian una afinidad más clasista que otra cosa. La federación Agraria, por su parte, siempre estuvo en contra de las determinaciones de la anterior entidad, y siempre estuvo ligada a los reclamos de derechos de los trabajadores asalariados y pequeños productores. La CRA (Confederaciones Rurales Argentinas) siempre tuvo una posición semejante a su entidad madre (SRA), dejando a los Cooperativistas (ConInAgro) con el protagonismo con el cual se los vió durante los 120 días del conflicto: nulo.
La heterogeneidad de pensamiento y posiciones ante un problema común, antes de algo positivo, tiende a confundir los panoramas, unificando pautas y métodos de protesta, y habiéndose llegado a una determinación, dividiéndose de nuevo los criterios.
No oigo, no oigo, soy de palo
La actitud del gobierno durante la puja dejó mucho que desear. En la primera parte del gobierno (Néstor Kirchner), hubo sucesivos conflictos. Algunos con la Iglesia, con los supermercadistas y demás, pero a diferencia de aquella primera instancia, y tal vez por sentirse con cierta impunidad por su cargo "no polítco", el ariete del gobierno ahora estaba personificado justamente en Kirchner, y no en la figura presidencial de Cristina Fernández. Reacios al diálogo y con discursos muy poco conciliadores, lo unico que provocaban era avivar el choque.
La demonización del sector (convecionalmente denominado "Campo"), aunado y generalizado por la creación de la Mesa de Enlace, favorecía a la ya complicada situación del "todo o nada".
Hablar de golpismo, por otra parte fue a mi entender uno de los errores políticos más grandes que cometió el Kirchnerismo. Si bien había sectores (hay) que intitucionalmente apoyaron épocas de plomo, lo único que esta generalización hacía era unir más a las partes contrapuestas históricamente y debilitar más la figura gubernamental.
Valiéndose del fatalismo, de estar en alerta constante y siempre predicar la cercanía de un golpe institucional, la figura que se demostraba era la de un consorcio unificado y pasivo en contra de un gobierno paranoico y constantemente atacando.
Y por último, rebajarse rastreramente a proponer la simultaneidad de los actos no es ni siquiera digno de un gobierno Chavista. Ya trascendería a simples negros catingas pata sucias que intentan ponerse a la altura de la contraparte, y que en realidad terminan bajando aún mas.
Los medios
Aspecto para analizar de manera exhaustiva en la problemática. De nada valdría devolvernos a la vieja polémica de si los medios son simplemente mediadores o en realidad auténticos actores políticos. Lo segundo es la posta, y en este caso no fue la excepción, los medios tomaron claro partido.
Salvo contados vestigios de autenticismo y compromiso en el discurso, la mayor parte del aporte mediático, sin contar la obviedad de los medios que responden y siempre respondieron a los intereses sectoriales de la oligarquía, fue totalmente permisivo y cómplice en la desinformación.
La caracterización del que cortaba rutas como "el buenazo que ceba mate y hace asado" y no como alguien que en ultima instancia infringía la ley, daba sobrada cuenta de la complicidad mediática que había en la cobertura del conflicto.
La definición
"Al ángulo" supo sentenciar uno de los principales actores del agro. La sancion con fuerza de ley del proyecto que suscitó toda la problemática se vio truncada por la oposición, unida en contra del gobierno esgrimiendo la bandera de la redistribución y del apoyo al sector "que levantó al país".
En primera instancia, y si bien a lo mejor el proyecto era inviable desde el punto de vista económico y dejaba un montón de aspectos fuera de discusión, lo cierto es que el plan fue desaprobado con todas las de la ley, con el pleno ejercicio de la democracia y el republicanismo. Queda muy proselitista y careta la ultima frase, ya se, pero es lo que sale.
Esta definición trajo aparejados un interrogante y la resolución de una verdad oculta. El interrogante es claro, el gobierno estaba herido en su verticalismo peronista y en su gobernabilidad (dos mersadas grandes como los barazos de Perón), por ende ¿qué haría ahora?
Se escucharon muchos trascendidos de supuestas charlas entre el binomio K, que vaticinaban una retirada súbita del poder, dejando una acefalía que devendría en crisis y de la cual es mejor ni tener ni fantasías. Una actitud irresponsable y tarada, que nos demostraría que como argentinos no hemos crecido una mierda en materia político-institucional.
La verdad oculta era simple, mas todavía que la revelación anterior. El esquema político supuestamente conciliador que se había fraguado con el nombre de "Concertación Plural" se cayó por su propio peso, con la evidencia de los hechos. Hablo de Cobos, obvio. Sería imposible pretender que un gobierno auténticamente Peronista (si es que tal cosa existe y si tal cosa es factible hoy) permita a un vicepresidente disentir en la opinión. Mucho menos permitirle votar en contra de un proyecto oficial, logicamente. Pero supuestamente hacer del rejunte una sociedad política era lo que habían pretendido los K, por ende, lo que profesaban era justamente la misma amplitud de criterio que provocó la masacre de Ezeiza (sin ánimos de gastar), y al final les salió, no como pretendían, sino como era muy probable.
¿Y en qué quedamos?
En resumen, luego de 4 meses de enfrentamiento, el saldo fue la unión circunstancial de entidades empresarias diferentes; el debilitamiento sistemático de la figura presidencial, parte por malos asesoramientos, parte por incorrectas prácticas discursivas; la supuesta inviabilidad económica de un proyecto que se tornó impopular gracias en gran parte a la acción mediática, y por último un debate nuevamente no abierto: la redistribución de la riqueza, para que de una vez por todas, todos puedan vivir dignamente.