miércoles, marzo 14, 2007


Un asadito

4 40 de la mañana, salís del departamento con un saludo del anfitrión atragantado en el esófago:

—te llamo un remis?

—na, son dos pasitos nomás…

Caminas mirando al cielo tratando de adivinar cual es la diferencia entre madrugada y mañana. Cuando doblas la primera esquina, con la conclusión latente de que la única distinción radica en la cantidad de alcohol que ingeriste, escuchas un ruido como a cadenas.

Es ése preciso instante el que te hace dar cuenta del mórbido exceso de televisión al que expusiste tu cabeza, y apuras el paso.

—será el viento – decís mientras miras para atrás y encontrás lo que en otro momento te hubiera resultado hermoso, una calle vacía – si, debe ser el viento.

Continuas tu paso, dándote cuenta de que cada vez es mas apurado, mientras miras desde la vereda para todos lados. Te impacientas.

Seguís escuchando el mismo ruido, pero ahora no te parece más de cadenas, te suena a papeles plastificados, como esos que dicen que van a hacer las pasteras de Fray Bentos. Seguís mirando nervioso a tu alrededor.

Te das vuelta una vez mas, de las que sabes que son varias porque todavía no llegaste a encontrar tu chofer de la noche, y ahí lo ves. Algo lejos, como a tres cuadras, algo parecido a un perro.

Arriesgas a boludearte a vos mismo diciendo que no es más que un perro, pero en el fondo sabes que hay algo más. Tratas de mirar la hora, pero una vez que tenes la pantalla del celular a tu alcance, no la usas para lo que te proponías, ni marcas un número, ni comenzas un mensaje, y mucho menos miras la hora.

Tu mente te dice que todo tiene que ver, que es una jugada del destino, que está todo preparado. El ruido es consecuente con el trote del animal.

—sos un boludo, porqué mierda te cagas así? –te dice tu conciencia mientras lucha contra tu sobredosis de tevé–

Giras tu cabeza una vez más, pero esta vez la bestia que te seguía deja de ser lo que era. Ahora una figura humana se traza con la ayuda del alumbrado público, puede ser cualquier cosa, lo sabes. Cualquier cosa que camine erguida, obvio.

Llegas a la parada de remises cerca de la terminal, están haciendo tiempo para el relevo. Mientras cruzas para su lado, encontrás a una mujer que aparentemente tuvo tu misma sensación cuando te vio. Te interesa? Ya no.

—decime.

—Ereño y 12.

—venis de lejos?

—na, de la casa de un amigo, un asadito.

—ah, pensaba que venías de viaje

—pasa que me dio paja irme hasta mi casa caminando, estoy cansado

8 comentarios:

Anónimo dijo...

cagon!

35345 dijo...

jajajajaja, el relato de un fumón!!! a mí me asustan las calles vacías cuando pasa algún patrullero, porque se hacen los SS ¿vió? como cuando me pararon por andar revoleando una llave. Un abrazo

Anónimo dijo...

que buena cronica che, cada dia sos mas un capo...viste como es eso de la universidad no??...
de verdad, muy buena. me hizo acordar al video de la cancion de callejeros "una nueva noche..."..mortal...

saludos loco

Anónimo dijo...

ah...anonimo soy yo...

Cani dijo...

Me gustan esos relatos locos ... seguí en ese género ...

Anónimo dijo...

A mi me suele pasar seguido taurin!
Pero no creo que tenga el dote de narrar con tanta facilidad como lo haces vos, tus palabras son tan inquietantes que aunque tan extenso sea el texto termina atrapando al receptor!.

Nos cruzamos en la zapla ayer, estaban todos los sombríos de paseo! je...

Bueno siguiendo mis caracteristicas habituales de mis firmas (acordate que pertenezco al proletariado fotologénico y no de la critica masiva).
Te tendria que poner que paso a dejar mi huella, y pasate cuando quieras, jeje.

Un abrazo tauro.
Saludos

Terrorista Emocional dijo...

a mi me hubiese interesado saber si la mujer de la remiseria estaba buena...

Marquito dijo...

Estaba, si...
Mucho